lunes, 26 de septiembre de 2016

“¡Papá, Mamá , la paz ha llegado!”




“El primer paso hacia la paz no puede depender de dos bandos políticos, toda vez que mientras  nos rasgamos las vestiduras en la alta esfera todo sigue igual, pongámonos a pensar que en una situación paralela los señores Santos y Uribe no se hubieren distanciado políticamente, ¿sería entonces Colombia en estos momentos un paraíso mágico?”



Caía una mañana del 2002 mientras aun en mi escaza edad jugaba con carritos de acero, el televisor estaba encendido y algo me llamó la atención, dirigí mi  mirada al aparato y recuerdo que tal vez era una pauta publicitaria como las que en estos días abundan en los medios de comunicación, de lo poco que puedo recordar es que el titular de esta mención decía: “La paz ha llegado”, seguramente se refería a los diálogos que en aquella época se desarrollaban entre el gobierno de Pastrana y las FARC E.P. Mientras era la hora del almuerzo esperaba a mis padres que venían de trabajar desde el casco antiguo de Girón, y fue allí cuando ellos llegaron y pude abordarlos para decirles,: “¡Papá, Mamá , la paz ha llegado!” .Sin tener apenas mínimo conocimiento de lo que la frase que con antelación había escuchado y visto  en la televisión  significaría para  nuestro país, de aquella anécdota solo recuerdo ver una sonrisa ingenua de mis padres al escucharme. Ahora puedo comprender que aquella manifestación de mis padres lo fue así porque después de aquellas fatídicas conversaciones de paz, empezaría un largo camino bélico en nuestra patria, la paz no había llegado.
Hoy han transcurrido 16 años desde ese momento y nos hemos enterado que aquel 2002 según los registros de la Unidad de Víctimas fue el más violento en la historia de nuestro país con 17.246 víctimas reportadas. Hemos llegado al 2016 donde  nuevamente nos encontramos  inmersos en un ambiente de consecución de paz. Con diferencias abismales e inmejorables de lo que fue y han sido las anteriores negociaciones. Pero más allá del protocolo documental y escritural del acuerdo, renace la oportunidad de que por primera vez podamos elegir el camino que tanto hemos querido recorrer, el camino de la reconciliación y la paz. Es totalmente ilógico pensar que con la firma de un papel se logre de manera inmediata la tan anhelada paz, pero hay algo en lo que debemos ser coherentes y es comprender que si no damos este primer paso, en una oportunidad memorable como la que se nos presenta, probablemente pasaran muchos años más en donde tendremos que ser testigos de miles de decesos de hermanos colombianos. Solo ello lo lograremos si podemos de una vez por todas separarnos de aquel fanatismo político que nos divide a unos y otros, en debates insignificantes que llegan a los más bajo, cuando en el fondo de nuestro corazón, lo que queremos es la búsqueda de un mejor país. No es tiempo entonces de fabricar sesgos políticos, si bien estamos en un país donde se nos reconoce la participación y el amparo de nuestras ideologías, la paz no tiene color ni bandera política. El primer paso hacia la paz no puede depender de dos bandos políticos, toda vez que mientras  nos rasgamos las vestiduras en la alta esfera todo sigue igual, pongámonos a pensar que en una situación paralela los señores Santos y Uribe no se hubieren distanciado políticamente, ¿sería entonces Colombia en estos momentos un paraíso mágico?, la pregunta es precisa contestarla averiguando quienes en esa situación hipotética estarían en desacuerdo con lo pactado en la Habana , y encontramos que nadie ,si bien los partidos históricamente opositores de los gobiernos en  nuestro país son los mayores precursores de la firma del acuerdo de paz y allí hay una coherencia envidiable porque se dice SI a la Paz no al Gobierno de Juan Manuel Santos. La tarea entonces es evaluar, no que es lo mejor para Santos o Uribe, sino que es lo mejor para nuestro país.
Pueda ser que para desdicha de muchas personas en Colombia la paz se esté consiguiendo a manos de un presidente que tal vez no ha conseguido suplir con las expectativas de la comunidad, pero vuelvo y repito la paz no va estar escriturada al presidente, la paz será de todos  los colombianos que han sufrido las intemperies de la guerra, y también será nuestra, de las nuevas generaciones que no queremos que nos sigan viendo  en el mundo como aquel país tercermundista donde lo predomínate sea la guerra y los efectos conexos a ella.
Cabe decir que alrededor de este proceso han nacido centenares de críticas que nada tienen que ver con el contenido real de los acuerdos, que es lo realmente importante, escuchamos a diario a las personas de la cotidianidad decir cosas como: “Mientras el gobierno negocea, los desplazados, desempleados y personas menos aventajadas siguen en las calles”, es preciso entonces analizar si apenas ahora nos acordamos de los menos favorecidos porque se está negociando la paz, es decir problemas como los que menciono y muchos mas no pueden ser un obstáculo para la consecución de una salida dialogada al conflicto, de lo contrario deben ser motivos que nos impulsen a la búsqueda de estrategias para satisfacer necesidades que hemos dejado de percibir por el inútil antojo de la política hecha con armas. Tampoco es menester calcular las cifras de los incentivos que recibirán los guerrilleros que se reincorporen a la vida civil. Aquí las únicas evaluaciones de cifras validas son las de los muertos y víctimas que van a empezar desaparecer, y aún más cuanto hemos malgastado en cada operación bélica y cuanto le corresponde ahora a la educación, a la salud, a la prosperidad social. Se habla en las calles de “impunidad” ,“guerrilleros en el congreso” ,y es preciso decir que el ejercicio que debe hacer cada ciudadano es verificar donde se traza la línea entre justicia y paz, probablemente para conseguir alguna tenemos que ceder a la otra, el juicio de valor después de tanto sufrimiento debe darse a favor de la paz, y en cuanto al congreso se refiere, la reflexión es hacer memoria y verificar cuantos bandidos se nos han colado a lo largo de la historia democrática de nuestra patria no solamente en el congreso, sino en nuestros propios pueblos y departamentos .
De manera tal que le mensaje más profundo que deseo transmitir es que como decía John Rawls en su Teoría de la Justicia, utilicemos  un velo de ignorancia y nos alejemos de esos apegos, sectarismos, delirios políticos y pensemos de una vez por todas en el único partido político que nos debe unir: La Paz y su primer paso para lograrla.


Juan Sebastián Morales Forero